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IGNANA

Ojito con los que estáis enganchados a Internet y bajáis música a destajo, pues el proceso a la música “on line” llegó a la Corte Suprema estadounidense

Ojito con los que estáis enganchados a Internet y bajáis música a destajo, pues el proceso a la música “on line” llegó a la Corte Suprema estadounidense Las nuevas tecnologías son maravillosas. Es una pasada lo bien que se puede funcionar con ellas, en la escuela, en la universidad, en el trabajo. También en el tiempo de ocio. Perderse por Internet es maravilloso. Pero a veces puede ocasionar más de un disgusto. Cada vez hay más controles y en Estados Unidos ya están a la caza y captura de los piratillas que bajan música.
Pero, ¿qué habría sido de la fotocopiadora, de la cinta de vídeo o del modernísimo i-Pod si un tribunal los hubiese declarado ilegales?. Con esta pregunta de fondo comenzó el polémico juicio de la música “on line” en el Tribunal Supremo de los EEUU.
La máxima autoridad legal del país escuchó los argumentos de las dos posturas enfrentadas. Por una parte, las grandes discográficas llegaron a juicio defendiendo los derechos de autor y hablando de las enormes pérdidas que sufre el negocio de los discos: 7.500 millones de dólares anuales, desde que los internautas pueden compartir la música gratis.
Por otra parte, las dos empresas denunciadas, Grokster y Morpheus, defendían el derecho a la innovación tecnológica. Según los inventores del software, su tecnología no es ilegal, sino el uso que los internautas hacen de ella. Una postura que no comparten los gigantes de la música, que acusan a las empresas de haber creado una tecnología sólo para “piratear”.
El juicio pretende sentar jurisprudencia sobre una resolución anterior del Tribunal Supremo acerca de la videograbadora Betamax. En 1984, el Supremo dictaminó que estas grabadoras, que también podían hacer copias ilegales, eran consideradas un avance tecnológico.
En el nuevo asalto entre innovación y negocio, los jueces parecieron inclinarse también a ese lado de la balanza.
Mientras, el juez Steven Breyer aludía a que otros inventos como el i-Pod pueden servir para hacer copias ilegales, pero tienen también otro efectos beneficiosos para la sociedad. Su compañero de tribunal Antonin Scalia declaró que la versión de las grandes discográficas podía desanimar a los futuros inventores. “La gente pensará que mejor no inventar nada si van a ser juzgados por eso”, declaró el juez.
El Supremo es la última instancia en donde se decidirá el futuro de la música “on line”. Antes dos juzgados menores fallaron a favor de los inventores del software que permite compartir música en Internet.

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